Roberto
Figueira
Galicia ha perdido un proyecto de administrativo, pero ha ganado una realidad como carpintero. Tras ciertos reveses con los estudios comenzó su vida laboral: Ingresó en la carpintería familiar; el taller de sus ancestros, que fundó su bisabuelo y del que se cree que él y su hermano serán el futuro. Hace algunos años el protagonista de esta linda historia se echó novia, y, como es muy agarrado, en vez de comprarle cosas (joyas, un coche, una casa...) se dedicó a cubrir los cumpleaños, aniversarios y demás fiestas de guardar... con cosas de madera. Empezó con una cajita tallada con un cutter y ese fue el momento en que decididamente se enganchó, así que se compró un par de gubias y empezó a hacerle un baúl. Le hicieron falta más gubias, así que casi se empeña comprándolas. Y como le cogió el gusto a eso de hacer muescas en madera, y había metido un dineral en la herramienta, se convirtió en un aficionado a la talla que no tiene otra cosa mejor que hacer que llenarle la casa a la novia de objetos de madera. (Esperemos que la susodicha no se canse y le empiece a pedir diamantes, o lo que es peor, que se casen y entonces deje de regalarle nada, jejeje.)
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